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Literaturas migrantes de América Nuestra

Literaturas migrantes de América Nuestra

Azucena Hernández

• Fernando Olzanski y José Castro Urioste (eds.),

América Nuestra. Antología de narrativa en español en Estados Unidos,

Linkgua USA, Tres Aguas, 2011.

 

América Nuestra es una compilación de cuentos de autores de trayectoria internacional que escriben en español dentro de los Estados Unidos. Editada por el argentino Fernando Olszanski y el peruano José Castro Urioste, este libro reúne a 18 escritores quienes mediante diferentes técnicas de ficción narrativa develan formas y contenidos de calidad literaria cuya característica denominadora es la de pertenecer a la diáspora latinoamericana. La desterritorialización y por ende la reterritorialización de los escritores ineludiblemente se traslapa a los caracteres que construyen y viven en estos textos. Los personajes de América Nuestra a menudo evocan el fenómeno del desplazamiento.

El activismo social en países políticamente hostiles es desarrollado en forma epistolar, alternando con el recurso biográfico para recordar a las subjetividades heroicas y religiosas que lucharon contra la dictadura, en “Querida Amiga”, de Mario Bencastro. O se hace alusión a la situación de violencia en Latinoamérica y a la xenofobia en el relato optimista, “Usted estuvo en San Diego” de Eduardo González Viaña. Así mismo, en algunos textos sobresale el tono de denuncia contra la injusticia, como lo hace Isaac Goldenberg en sus fábulas de ciencia ficción en la era de la globalización intergaláctica, únicas de esta colección.

Las narraciones de la colección espigan temas como la memoria y el pasado. La migración, así como sus causas y sus consecuencias, es abordada mediante distintas perspectivas y voces. Como a menudo se dice, no sólo las personas ‒en este caso los personajes‒ se desplazan, también lo hacen los imaginarios que los acompañan, los recuerdos y los sentimientos, como en “Y sobrevivir con las manos abiertas” del mexicano Ricardo Chávez Castañeda donde el relato es un rebobinar de la memoria y una honda reflexión sobre la trascendencia de la literatura en una relación metatextual, y la nostalgia del desplazamiento. En algunas ocasiones, también se trasladan sus perspectivas y soledades, como en “Horas de visita” de Ariel Dorfman.

Las relaciones familiares tienen un lugar fundamental en esta antología, por ejemplo en el cuento “La llamada” de José Castro Urioste, se emplea un tono nostálgico hacia la tierra de la que se partió. En los relatos de José Torrecilla y Ana Merino, prevalecen también los vínculos de familia y situaciones conyugales. Por otro lado, las relaciones laborales y el individualismo se exploran en “La ley” de Rose Mary Salum.

A veces el tono es lúdico como en “¿Qué pensarán de nosotros en Japón?” de Enrique del Risco; en “Malvenida, Mamá” de Teresita Dovelpage; o “Parejita ideal” de Alicia Borinsky, donde un el personaje (no sabemos si es un transexual o una transculturada) sufre el choque cultural: “‒Te haces la loca porque está de moda, te gusta ser freaky, posar de trans pero en el fondo y la superficie se te nota, se te ve la pena de exiliada zaparrastrosa, la bronca de haber llegado tarde, cambiar de idioma, estar en fiesta ajena. No te hagas la loca, querida. Aquí no hay público para tus dramas” (34).

Personajes marginales migrantes en el mundo urbano los vemos en los relatos “Casa Blanca” de Mirta Corpa Vargas, “Valiant Acapulco” de José Montelongo; de jóvenes estudiantes asumiendo un destino nuevo fuera del hogar lo vemos en “De cuervos y flores” de Olszanski, o “Billy Ruth” de Edmundo Paz Soldán. Hay atmósferas intimistas, habitaciones o lugares cerrados, espacios que nombran otra cultura con un lenguaje que nombra la diferencia, al otro, que muestran su transitoriedad como automóviles cruzando la frontera o autobuses donde migra hace redadas.

Hay algo que hace de estos personajes seres solitarios y nostálgicos, acuciados algunos por el mito del eterno retorno, por la sospecha de que “la vida es un sueño americano”, como se dice en “El mercado transformista” de Roberto Fernández. Y no se diga cuando el mito se hace realidad, cuando se vuelve por cualquier motivo a la tierra de donde se partió, y prevalece una mirada desahuciada como en “Australia”, de Miguel Gomes.

Hay pues temas comunes que se entrecruzan en las narraciones de América Nuestra, como la importancia hacia la geografía, la nostalgia hacia el hogar, surgen comparaciones entre la cultura madre y la de asilo, los vínculos familiares tienen un peso muy grande en el imaginario literario de las narraciones, del mismo modo la memoria y el pasado juegan un lugar importante para los narradores. Es posible hablar, entonces, de un imaginario, que aunque multicultural, se presenta relativamente coherente y da cohesión a América Nuestra. Los autores de esta antología, además de hacer del trabajo con el lenguaje una impronta de calidad literaria en español, en sus textos comparten sentimientos y perspectivas, que por su cualidad de escritores y pensadores latinos en Estados Unidos, les permite plasmar los distintos matices de su experiencia inmigrante.


Posted: January 6, 2013 at 5:53 pm

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