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Un retrato social

Un retrato social

Elizabeth Cummins

Autor:  Carmen Boullosa,
Título: Texas. La Gran Ladronería en el Lejano Norte
Editorial: , Alfaguara/Fundación Cultural Azteca,
Año: 2013

Shut up, greaser pelado.” Con esta “frasecita” –lanzada de la boca de un gringo sherrif, bueno para nada, a un tejano terrateniente de alto rango social– se destapa el retrato literario de una sociedad a punto de explotar.

En su nueva novela histórica, Texas, Carmen Boullosa dirige su mirada hacia la región fronteriza de Tejas-Chihuahua para retratar una sociedad en agitada transición, forjada por una red complicadísima de razas, clases, género y nación, e impulsada hacia un nuevo orden por el látigo de la violencia.

Con su característica soltura y humor, la novelista entabla una conversación con el lector llena de interjecciones y notas al pie –a veces superfluas, a veces en función de cita – para llegar al mero tejido de ese animal social que era la región de Tejas y la frontera norte de México en los años que siguieron a la guerra Mexicano-Americana –o “la invasión (que ellos llaman Mexican American War, ¡habrasevisto!)” (12). Dentro de su detallado retrato social, se desenvuelve la historia del primer alzamiento del legendario Juan Nepomuceno Cortina, dotado en esta novela de encanto heroico, destreza vaquera y el buen sentido de luchar por ‘la Raza’ y no por ‘los mexicanos’; de su nacionalidad americana depende su señorío sobre las vastas tierras que maneja, “Yo soy esa tierra, esa tierra soy yo” (287).

Y es precisamente esa tierra que está en juego en el momento histórico señalado, el motivo de la ladronería del título, por la que los tejanos mexicanos se vieron desprovistos poco a poco de sus tierras tras el tratado de Guadalupe-Hidalgo, ya sea por violencia y coerción abierta, ya sea por maniobras legales y políticas. Pero lo “birlado” en la novela no es sólo la tierra de los mexicanos terratenientes, sino el eco constante de la violencia primigenia que se hizo contra las tribus indígenas, la crueldad imperdonable que se continuaba practicando contra los africanos, y la agresión interminable impuesta contra las mujeres, además de los locos, los borrachos y todo ser marginado. Al unirse al campo nepomucenista, la procesión absurda de personajes atraídos por la resistencia de éste no pretende coherencia ideológica, sino que lanza un grito general contra la injusticia.

La narración –la historia de la Historia– se presenta vestida como un retrato social de proporciones vertiginosas por la cantidad de voces y líneas narrativas –incluso “pensamientos” de animales.

Mientras la frasecita ofensora viaja de boca en boca por más de cien páginas, se da con una serie de voces con detalle costumbrista y sin jerarquía de significado, lo que le presta un divertido tono de ironía y juego barroco a la novela. Tan rápido es el ritmo y descarga de imágenes e historias que casi es imperceptible la estructura que informa el cuadro social:

una inestabilidad narrativa que imita las aguas hirvientes sobre las que se ha erigido una sociedad generada por desencuentros cósmicos entre razas y naciones, y sobreimpuesta en la siempre-vigente violencia contra mujeres y marginados.

Bajo la pluma experta de Boullosa, esta historia de vaqueros e indios, bandidos mexicanos y esclavos fugitivos, se sumerge en una olla hirviente de héroes desmitificados e injusticias expuestas. A la vez, la Historia ‘birlada’ de Tejas, el lejano norte, encuentra su merecido lugar en la literatura mexicana.


Posted: July 6, 2013 at 4:36 am